Juan Pablo Montoya terminó tercero en Martinsville, válida de la Nascar
Las 500 vueltas que le dieron este domingo los carros de Nascar al diminuto óvalo de Martinsville, arrojaron a un nuevo ganador en el 'chase', Denny Hamlin, pero Jimmie Johnson, segundo en la meta, logró ampliar la diferencia hacia su cuarto título, suceso que parece inevitable celebrar.Similar al competitivo y consistente libreto de Johnson, fue el tercer lugar del colombiano Juan Pablo Montoya, quien sigue siendo una ficha indescartable en el discurrir de las millas, pero no logra concretar un triunfo en la parte final de las carreras.
El bogotano salió de 21, posición que poco a poco remontó hasta llegar a la punta antes de la mitad de la distancia y allí estuvo durante una buena sucesión de giros pero los relanzamientos, que fueron nada menos que 15, no pudo volver a la cabeza del grupo.
Nuevamente su auto demostró estar en estupenda forma y ratificó lo visto en los entrenamientos donde giró con el segundo mejor tiempo.





ano, y en el que posteriormente se acabó utilizando una raqueta. El propio vocablo de "tenis" parece provenir del verbo francés tenez, expresión utilizada para avisar del lanzamiento de la pelota, aunque otros afirman que deriva del latín tenisca o toenia, nombre de la cinta que dividía el campo en dos mitades en los antiguos juegos romanos. Durante los siglos XVI-XVIII diversos juegos de pelota, más parecidos al frontón actual, gozaron de gran popularidad en Europa occidental. En 1873, el mayor Walter Clopton Wingfield, considerado oficialmente el inventor del tenis moderno, lo bautizó con el vocablo griego Sphairistiké (´jugando con bola´) en recuerdo de los antiguos juegos helenos, y fueron los ingleses, junto con sus colonias (Australia y Sudáfrica principalmente), quienes extendieron su práctica, seguidos al poco tiempo por Estados Unidos donde ya en 1874 se construyeron las primeras pistas. No obstante, durante estos primeros tiempos fue más usual utilizar como pistas de juego las destinadas a la práctica del croquet, un deporte mucho más popular por entonces en los países anglosajones y cuyas superficies de cuidada hierba resultaron ideales también para el tenis.




